La economía española ha mantenido el pulso en el tercer trimestre del año y ha registrado un crecimiento del 0,3% respecto al trimestre anterior, según el avance del Instituto Nacional de Estadística (INE). Este dato supone una moderación respecto al 0,4% del segundo trimestre y al 0,6% del primero, pero también muestra una mayor resistencia que la de otros países de la eurozona, que han sufrido un estancamiento o una contracción de su actividad económica.

El crecimiento de la economía española se ha apoyado en la demanda interna, especialmente en el consumo de las familias, que se ha visto impulsado por el aumento del empleo y de los salarios. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), el número de ocupados creció en 209.000 personas en el tercer trimestre, lo que supone un aumento del 1% intertrimestral y del 2,8% interanual. Por su parte, el salario medio bruto por trabajador aumentó un 1,9% interanual en el segundo trimestre, según la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL).

Sin embargo, la economía española también ha tenido que hacer frente a varios factores adversos, como la incertidumbre internacional por las tensiones comerciales y geopolíticas, el debilitamiento de las exportaciones de bienes, la caída de la actividad industrial y el impacto de una inflación persistente y de la subida de los tipos de interés en la renta disponible de familias y empresas.

Según el Banco de España, la demanda externa neta (la diferencia entre las exportaciones y las importaciones) restó 0,2 puntos porcentuales al crecimiento del PIB en el tercer trimestre, debido al menor dinamismo de las ventas al exterior y al aumento de las compras al exterior. Por su parte, la producción industrial descendió un 1,6% interanual en agosto, lo que refleja las dificultades del sector para adaptarse a los cambios tecnológicos y regulatorios, así como a la menor demanda externa.

La economía española ha logrado así evitar el frenazo que han sufrido otras economías europeas, como Alemania o Italia, que han registrado una contracción del 0,2% y del 0,1%, respectivamente, en el tercer trimestre. 

No obstante, los expertos advierten de que la economía española no es inmune a los riesgos globales y que podría verse afectada por un empeoramiento del contexto internacional o por una falta de estabilidad política interna. Por ello, recomiendan mantener una política económica prudente y reformista que favorezca la competitividad, la productividad y la sostenibilidad.