¿Qué nos hace felices? ¿Qué factores influyen en nuestra salud y bienestar a lo largo de nuestra vida? Estas son algunas de las preguntas que intentó responder el Estudio sobre Desarrollo Adulto de la Universidad de Harvard, la investigación científica más longeva sobre la felicidad jamás realizada.

El estudio comenzó en 1938 con cerca de 700 adolescentes, algunos de ellos estudiantes de Harvard y otros procedentes de los barrios más pobres de Boston. Durante 85 años, los investigadores siguieron a los participantes y a sus descendientes, evaluando periódicamente su salud física, mental y emocional, así como sus relaciones personales, profesionales y sociales.

Los resultados, recogidos en el libro «Una buena vida» («The Good Life»), de Robert Waldinger y Marc Schulz, revelan las principales lecciones que se pueden extraer de este fascinante estudio sobre la felicidad humana. Estas son algunas de ellas:

-El amor es lo más importante. Los participantes que tenían relaciones afectivas más cálidas y estables reportaron mayores niveles de satisfacción y felicidad que los que no. Además, las personas que se sentían más queridas y apoyadas por sus parejas, familiares y amigos tendían a vivir más años y a tener una mejor salud física y mental que las que se sentían solas o aisladas.

-La calidad importa más que la cantidad. No se trata de tener muchas relaciones, sino de tener relaciones significativas y de calidad. Los participantes que mantenían vínculos profundos y auténticos con algunas personas se sentían más felices que los que tenían muchas relaciones superficiales o conflictivas. Asimismo, las personas que se comunicaban de forma honesta y abierta con sus seres queridos eran más felices que las que guardaban secretos o resentimientos.

– Las relaciones son una inversión a largo plazo.  Cuidar y cultivar las relaciones requiere tiempo, esfuerzo y compromiso, pero los beneficios son enormes. Los participantes que dedicaban más tiempo y atención a sus relaciones reportaban más felicidad y bienestar que los que se centraban solo en su trabajo, su dinero o su éxito. Además, las personas que se esforzaban por resolver los conflictos y superar las crisis con sus parejas, familiares y amigos eran más felices que las que se rendían o se alejaban.

– Nunca es tarde para mejorar las relaciones.  El estudio demostró que las personas pueden cambiar y mejorar sus relaciones en cualquier momento de su vida, incluso en la vejez. Los participantes que se atrevían a expresar sus emociones, pedir perdón, perdonar, reconciliarse o buscar nuevas conexiones se sentían más felices que los que se resignaban o se acomodaban. Además, las personas que se abrían a nuevas experiencias, intereses y actividades con sus seres queridos eran más felices que las que se quedaban en su zona de confort.

Estas son solo algunas de las claves que te hacen reflexionar sobre tus propias relaciones y preguntarte qué puedes hacer para mejorarlas y fortalecerlas. Recuerda que la felicidad se construye de forma activa. Y las relaciones son el mejor material para construirla.